Es necesario cambiar el enfoque
El medio ambiente rara vez se considera un tema central en los debates sobre políticas públicas o en la toma de decisiones de las empresas privadas, a pesar de que vivimos en un mundo con recursos naturales limitados. Este descuido histórico nos ha llevado a la actual crisis global de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos, que son los beneficios que obtenemos de la naturaleza.
Los impactos derivados de los cambios en el uso de la tierra y el mar, la explotación directa de la biodiversidad, la contaminación y el cambio climático están cada vez más presentes en nuestra sociedad, reflejándose en el aumento de la desigualdad social y la inseguridad alimentaria y climática en todo el mundo.
Las acciones humanas ya han alterado el 75% de los ambientes terrestres y el 66% de los ambientes marinos, y 1/3 de la tierra del planeta y el 75% del agua dulce se utilizan para la agroindustria¹. Este hecho genera impactos significativos no sólo en la biodiversidad, con un estimado de 1 millón de especies amenazadas de extinción, sino también en los beneficios que recibimos de la naturaleza y en la capacidad del planeta para sustentar a nuestras poblaciones.
La degradación de la tierra ha reducido la productividad del 23% de la superficie mundial, mientras que la pérdida de polinizadores por sí sola amenaza una producción agrícola anual de 577 mil millones de dólares. La degradación de los hábitats costeros amenaza la seguridad de entre 100 y 300 millones de personas debido a inundaciones y huracanes².
Estos impactos, además de dañar a millones de especies en todo el mundo, afectan derechos humanos fundamentales, como el derecho a acceder a agua limpia, alimentación adecuada, vivienda y un medio ambiente saludable³.
Los gobiernos deben tomar medidas para lograr progresivamente el acceso pleno a estos derechos a lo largo del tiempo, lo que lamentablemente a menudo no sucede. Los grandes proyectos se instalan sin prevención ni mitigación de los impactos socioambientales, muchas veces sin respetar las etapas del proceso de licenciamiento e impidiendo el acceso al agua y la capacidad de cultivo de las comunidades locales. Los propios estudios de impacto ambiental parecen no considerar adecuadamente las cuestiones relacionadas con la biodiversidad, lo que termina contribuyendo a la reducción de las especies nativas y de los servicios ecosistémicos que éstas proporcionan⁴.
Los procesos de debate transparentes y técnicamente sólidos a menudo quedan en segundo plano frente a decisiones políticas que prevén beneficios a corto plazo, y se aceptan irresponsablemente pérdidas futuras inciertas. Los impactos pasan desapercibidos por una legislación defectuosa, por intereses ocultos o por un sistema que no evalúa adecuadamente los impactos complejos, lo que termina invisibilizando los daños que sufren las poblaciones.
Las comunidades indígenas, que en la mayoría de los casos ni siquiera son consultadas durante el proceso de instalación de proyectos –lo que constituye un claro desconocimiento del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo– se encuentran en una situación particularmente vulnerable frente a las invasiones de sus territorios por parte de actividades extractivas.
La rendición de cuentas legal de las empresas cuyas cadenas de producción impulsan la destrucción del medio ambiente y generan graves violaciones de los derechos humanos es esencial.
No podemos permanecer inactivos ante la creciente pérdida de biodiversidad, el desprecio por los derechos de innumerables pueblos y los derechos de toda la población mundial que sufrirá los efectos del cambio climático y la reducción de los servicios ecosistémicos. Estos impactos tienden a empeorar y debemos actuar para prevenir daños mayores y restaurar el medio ambiente.
Desafortunadamente, en Brasil y otras partes del mundo aún no existe una legislación específica para salvaguardar los derechos de los grupos perjudicados por cadenas de suministro confusas, muchas veces relacionadas con crímenes bárbaros, como el asesinato y la esclavitud.
Además de luchar por una legislación mejor y más justa, es esencial un cambio en la forma en que se considera el medio ambiente en nuestra sociedad. Él no es parte del todo, nosotros somos parte de él y dependemos de él. Grandes civilizaciones del pasado fueron llevadas a la ruina porque tardaron en comprender esta lección.
Es necesario que las cuestiones ambientales y socioambientales se conviertan en el foco central de las discusiones sobre desarrollo y gestión territorial. Para ello, es necesario llamar la atención de la población sobre las cuestiones socioambientales, invirtiendo en educación para aumentar la percepción de la gente sobre la importancia de la naturaleza y agregando los diferentes servicios ecosistémicos de una región para llamar la atención de los tomadores de decisiones sobre su conservación⁵, enfocándose en valores que generen entendimiento entre las personas⁶ y sean esenciales para mantener la calidad de vida y el bienestar de la población local⁷.
Es necesario asegurar que los impactos socioambientales y los servicios ecosistémicos se incluyan en los análisis costo-beneficio para la correcta toma de decisiones sobre el desarrollo territorial, a fin de evitar la privatización de las ganancias y la socialización de las pérdidas. Considerando que es probable que la crisis se agrave en los próximos años, debemos estar dispuestos a afrontar esta realidad.
¹ Díaz, S. et al., 2019. Resumen para responsables de políticas del informe de evaluación global sobre biodiversidad y servicios ecosistémicos de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES). Séptimo período de sesiones de las Naciones Unidas.
² Díaz, S., et al., 2018. Evaluando las contribuciones de la naturaleza a las personas. Ciencia (80-. ). 359, 270–272. https://doi.org/10.1126/science.aap8826
³ Algunos instrumentos que abordan estos derechos en el ámbito del derecho internacional son el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. En las Naciones Unidas hay Relatores Especiales sobre el derecho a la alimentación, al agua y al saneamiento que elaboran periódicamente informes importantes sobre estas cuestiones.
⁴ Dias, A., et al., 2022. ¿Las evaluaciones de impacto ambiental abordan eficazmente las cuestiones de biodiversidad en Brasil? Revisión de Evaluación de Impacto Ambiental. Volumen 95. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0195925522000671
⁵ Hérivaux, C., Grémont, M., 2019. Valorar la diversidad de servicios ecosistémicos: ¿el camino a seguir para proteger los recursos estratégicos de aguas subterráneas para el futuro? Ecosistema. Servicio. 35, 184–193. https://doi.org/10.1016/j.ecoser.2018.12.011
⁶ Weyland, F., et al, 2019. Enfoque de servicios ecosistémicos en América Latina: De promesas teóricas a aplicaciones reales. Ecosistema. Servicio. 35, 280–293. https://doi.org/10.1016/j.ecoser.2018.11.010
⁷ Grima, N., et al., 2016. Pago por Servicios Ecosistémicos (PSA) en América Latina: Análisis del desempeño de 40 estudios de caso. Ecosistema. Servicio. 17, 24– 32. https://doi.org/10.1016/j.ecoser.2015.11.010
Autores: Monique Salerno, Elisa Mousinho y Matteus Carvalho.